Persiguiendo la naturaleza del deseo- Parte II
“Si se hubiera curado, se hubiera curado del deseo… y nadie quiere curarse del deseo” Los excéntricos, los notarios, los disciplinados, los que usan corbata, los correctos, los que razonan todo, los que añoran y desesperan, todos, en algún rincón del alma anidan algún vicio. En ese remoto lugar esta a salvo de la mirada del otro, del juicio de los demás, que señalan con un dedo acusador cuando también tiene su propia versión del deseo. Nos molesta tanto el vicio de los demás, que lo hacemos notar, no lo toleramos, condenamos con la vista o con el pensamiento por que nos recuerda remotamente en algún lugar también ese que esta allí podríamos ser nosotros. Sea la bebida, el juego, las mujeres, el vértigo, lo que sea que tiene la forma de trampolín al vació, el mareo de sensaciones, el instante en que parece que esta bajo control para después despertar al lado de consecuencias. La miramos a la cara y queremos no ver, ni el porta retrato roto, ni el dinero de la renta gastado en el tragamo